Es muy común que me tenga que recetar sus chafas conversaciones. No tienen sustancia. ¿Qué diablos hago en esta fiesta? Es todo un coñazo. Capullos idiotas. Se acerca el Sucks. Subimos a la azotea. Un perro hermoso pastor inglés se acerca. Juguetea. Pienso llevármelo a mi casa. Después pienso en el dueño y no creo que sea buena idea. Yo no tengo tiempo para cuidar semejante belleza. Mejor que se quede aquí. Los beneficios de la estimulación prostática me vienen a la mente.
El Sucks me hace reír a madres. ¡Qué tonto es! Charlamos sobre muchas estupideces. La pintura que más me impresiona es la flamenca: la del renacimiento. Jan Van Eyck. A él. Dalí. Miró.
Mirar desde este edificio la ciudad de México es como verlo todo en una película de Wim Wenders. Si Wenders estuviera aquí, nos envidiaría inmediatamente. Estaría filmándolo todo. El cielo. Los edificios. La quietud de la noche. La nostalgia por todos los momentos perdidos de todos los habitantes que mira esta ciudad, como la gran testigo muda e inamovible que es. Al mismo tiempo que pienso en todo eso, suena en mi cabeza esa maldita canción de “Do make say think”, esa que no dice nada, nunca dicen nada, la música habla por si sola, son geniales.
Abajo sigue la fiesta. Vemos entrar a un montón de mujeres hermosas desde aquí. Vemos a muchas otras hermosuras salir. No le damos gran importancia. Prefiero seguir escuchando la historia de las chicas que se ha guisado el Sucks en el último mes. ¡Cómo me hace reir este güey! Me cuenta de su “guiso” que le depositó dinero y lo rescató de la hambruna en Acapulco. De su otro “guiso” que le compra ropa. De la chica que se anda guisando en estos momentos, la que vive por donde el periódico “La Jornada”. La otra vez la fue a dejar a su casa y se la guisó. Cuando él salía de casa de su "guiso" en la madrugada, los pendejos vecinos de la susodicha lo ningunearon. No le quitaron nada.
¿Yo? Ah.
Yo no me ando guisando a nadie. No tengo "guisos". Se oye cagadísimo ese término.
-Me resulta increíble que un güey como tú no tenga guisos-.
-No sé. Soy muy perezoso para eso de los guisos. Jajaja-.
-¿Te acuerdas de la chica de blusa verde de la fiesta pasada?-
-Si-.
-Quería echar el beso contigo-.
-Aaahh, era una tonta, me daba flojera, falsa, se creía fresa, muy forzada. Fuchi-.
-Pues yo me la guisé, por eso sé que quería echar el beso contigo. Jajaja-.
-Estaba guapa, pero, mmmmm, de verdad estaba muy forzado con ella. ¡Qué flojera!-
-Eres muy raro pinche Jam-.
-Dos dos, me llamo Jean-.
-Ah va. Siempre había pensado que eras Jam. Jajajaja-.
-No, se escribe como el Jean de Jean Claude Van Damme-.
-Aaaaahhh. ¿Asi?-
-Oye, que pinches películones hacía ese güey-.
-Si no mames-.
-Mi favorita es la de “León: Peleador sin Ley”-.
-La mía es la de “Contacto Sangriento II”-.
-Buenísima-.
-Simón-.
¡Qué pinches nerdos somos! Pasó la noche, seguimos hablando de estupideces y jugando con ese increíble pastor inglés. Seguí pensando en los beneficios de la estimulación prostática…y en mi cabeza sonaba todavía la canción de “Do Make Say Think”. Pero muy en el fondo, donde nadie sabe nada de mi, en secreto, seguí pensando en el motivo que ahuyenta mi interés por los “guisos”: esa mujer especial.