¿Qué tanto buscas en tus bolsillos? Si hay nada en ellos. Esa manía por querer encontrar algo donde hay nada, algo especial. Puede que sean los nervios. Las manos te tiemblan. Sin embargo sigues pensando que en el fondo de ellos puedes llegar a encontrar algo que para ti sea valioso, algo que a tus ojos sea simbólico, bello, algo espontaneo que había estado esperando a ser descubierto, cuando no te lo esperabas, cuando nadie lo esperaba.
No encuentras nada.
Decides muy pronto entonces, retirar las manos del bolsillo. Tomar lo primero que se presente por ahí: un cigarrillo, una goma de mascar, una bebida, lo que venga mejor para ese momento. ¡Qué más da! No te viene mal. Recorres con la mirada las posibilidades. El mundo se te abre, no importa realmente. A veces parece mejor sacar las manos y explorar todo tipo de chances, aunque sean efímeras, que mantenerlas encerradas en la obscuridad en busca de nada.
Entre el bullicio del evento, alguien se acerca mientras te llevas un cigarro a la boca con la mano derecha, en la mano izquierda, llevas un vaso de soda fría. Hoy puede ser tu gran noche. Puede ser el día en que celebres haber tomado esa decisión de librar las manos, de despojarlas de ataduras inútiles.
Solo sonríes. Ahora te muestras con seguridad. ¡Qué bello sentimiento! ¡Qué bueno que sonries!
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