martes, 31 de marzo de 2009

La primer palabra.

De pronto, te convertiste en el primer segundo de mis días, lo primero que ocurre en mi mente.

Llegaste sin avisar, las cosas buenas siempre llegan así. Abrí la puerta de mi mente, estabas de pie, cargabas unas revistas y un Ipod repleto de tu música rara, con un montón de cancioncitas “buena ondita”. Entraste sin avisar, sin que alguien te invitara a pasar. No me pareció mala idea que lo hicieras, aunque en ese momento, este lugar estaba bastante desordenado y mal oliente. Solo sonreíste en esa dulce forma con que sueles hacerlo y me doblegué. Te alcancé una silla vieja y te miré muy raro por largo tiempo, comenzamos a charlar. Inmediatamente, mis oídos fueron tuyos, te escuchaba con suma atención, me pareció fascinante escuchar la historia de tus pasos, quería saber cada vez más sobre tu incógnito pasado. Quería despojarte del obscuro velo que te cubría, y empezar a revelar, uno a uno, todos los misterios que conjugan tu personalidad. ¡Misteriosa! Me resultaste tan atractiva. ¡Desconocida! Pronto dejaste de serlo.

Los días pasaron y no te marchabas de mi mente. De la nada te convertiste en la dueña de este espacio. Reorganizaste todo, lo decoraste a tu gusto, pusiste esas horribles cortinas chillentas amarillo huevo ¡Ese color que tanto detesto! Llenaste de todas esas chucherías tuyas cada rincón, e impregnaste con tu olorcito todo lo que había aquí antes de tu llegada. No me importó. Me empezó a agradar escuchar el sonido que hacías con tus sandalias por todos lados, y me agradó aun más que no dejabas de silbar esa mentada cancioncita que terminó por gustarme…”The last good day of the year” ¡Wow! Esas trompetitas resonaban una y otra vez por todos lados, aquí y allá. Tu música se convirtió en algo cotidiano, así como tu voz y tu risa, y todos los cabellos que ibas dejando en el piso de este iluminado hogar, tu hogar.

Me agrado que renovaras este espacio, en el cual albergo infinidad de cosas que me encantaría mostrarte. Ahora no estoy dispuesto a dejarte ir, me gustaría que siguieras impregnando toda mi cabeza con tu aroma. Me gustaría que impregnaras todo mi cuerpo en la realidad, con tu encantadora piel. Ni siquiera sabes que te has instalado en mi mente, no sabes que tienes dotes de decoradora, y mucho menos, sabes que tienes dotes de escritora, pues ya has escrito algunas palabras en mi memoria poética.

PD. Ahora, sabes que te has instalado en mi mente. Espero que esta vez, sepas que este texto es para ti. Siempre lo fue.



sábado, 21 de marzo de 2009

Domingo por la mañana.


William Burroughs.



Me despertó la voz de Thom Yorke interpretando “VideoTape”. Los altavoces están a tope. No sé donde estoy. Mi ropa apesta a cigarro. El sillón fue muy cómodo después de todo, el cansancio me derrotó, y me dejé caer en lo primero que se me cruzó. Ahora reconozco el lugar. ¡Sigo en el bar de los pelucas! Ya todos se han ido, solo están los pelucas poniendo música y sirviéndose tragos mientras intentan ligarse a la exótica y vulgar Rita. ¿Qué coña hora es? Reviso mi reloj y me sorprende el ver en la pantallita de cristal líquido que dormí 3 largas horas, ¡Son las 7 am! ¡Oh my god! Es hora de largarme de una buena vez. Me levantó en chinga y siento en breve un espantoso dolor de cabeza, ese dolorcito que te da después de haber abusado de las copas y que te punza contra las paredes de la “cholla” como cientos de cuchillos afilados. Mi boca esta reseca y mi aspecto es el de un chilapastroso cualquiera, el espejo no miente. Bajo un poco la mirada y veo que en el piso esta dormido ese joven que me estaba coqueteando hace unas horas, aquel que me recordó por su aspecto a William Burroughs en su juventud. Su cabello relamido, los lentes de pasta negros y la nariz tan peculiar, de esas narices que son grandes, pero a pesar de eso, las ves frágiles en exceso, como si el mismísimo contacto con el viento las fuera a quebrar.

Al parecer este canijo no se ha dado por vencido a pesar de saber que mi inclinación sexual lo excluye de cualquier posibilidad. Pero verlo ahí tirado……es como si se hubiera quedado velando por mi sueño. De cierto modo ahora me conmueve ver su figura escuálida yaciendo en el piso de concreto, muy a pesar de que unos instantes atrás me llegó a atosigar con su perorata. Me estaba hablando de Mecánica cuántica y demás calabazas que estoy seguro, se ha recetado en las películas esas de “¿Y tú qué chin….. sabes?”. Que castroso. Además, me tuve que reventar su tufo a ajo todo ese tiempo que lo toleré. Arggghhh.

Pero, ¡Wow! Si que tiene agallas para dormirse en el piso del sotano de una casona vieja de la Roma que adaptaron para Bar, el frio está de la cagada en este lugar. Si lo dejo aquí tirado quizá se muera de frío, aunque el capullo este se lo tendría bien merecido por ser tan insistente, vive a unas cuadras de aquí y aun así prefirió quedarse a dormir cerca de mí, muy a sabiendas de que no tiene oportunidad alguna. Jaaa. No lo puedo creer ¡me ha conmovido de nuevo! Puta madre. Lo tomo por su flacucho hombro y lo zangoloteo, después de un rato despierta, le hago saber que estoy por partir y que puede tomar el sillón para dormir si así lo desea. Se talla los ojos y me mira, me dice que él también desea largarse de ese refrigerador cuanto antes. Nos levantamos. Siento una avalancha en mi cabeza y todas mis tripas chillando, la sensación de hambre empieza a manifestarse de manera repentina. Soy un cadáver lleno de malestares. Salimos a la fría calle, ni siquiera nos hemos despedido de los pelucas. ¡Que más da! Igual y ya le estaban echando montaña a la pobre Rita cuando salimos.

Vamos caminando en dirección a casa de Billy, me ha pedido que lo acompañé, y yo como soy el señor “Bondad” no me he podido negar. Caminamos por Medellín hacia el sur, los barrenderos ya se encuentran haciendo su trabajo y hay pocos carros en la calle, la gente duerme en sus cálidas y deliciosas camas restregándose sobre los cuerpos de sus compañeros de sueño, y así todo mundo se encuentra en una situación bastante contraria a la mía. Que buena debe ser la vida de los amantes. ¡¡Qué rico!! El olor que despido en este momento es el de la envidia, de esa envidia que te carcome todo por dentro y te pudre. Yo aquí cagándome de pinche frío.

Repentinamente veo el nombre de una callecita perpendicular a Medellín, es “José Alvarado”.¡Que bella sorpresa! Volteo a ver a Billy y le digo en tono chungo: -Tú solías vivir ahí, ahí viviste con tu esposa a la que mataste de un tiro en la cabeza, y ahí te metiste un montón de arponazos en los años 50-. Me mira un tanto desconcertado como diciendo: -A este güey ya le esta haciendo daño el frío-. “José Alvarado” ha quedado atrás, esa era la calle donde tenía su residencia el autor de “Junky” y “El almuerzo desnudo”, el mismo que bien podría ser el abuelo de Billy por su enorme parecido físico.

Al fin hemos llegado a la casa de Billy. El se quedará ya en su camita y yo caminaré a la estación más cercana del metrobus para, todavía, dirigirme a mi coña y alejada casa. ¡Qué de la verga!

Billy me mira de una forma extraña, los ojos detrás de sus anteojos se han estacionado en los mios de manera terminante, penetrante. Me dice que pase a su casa. Me promete un buen desayuno. Me ha dicho que si quiero, me puedo bañar con agua caliente y dormir en una de las 2 camas que tiene. El argumento se oye tentador, pero, sé muy bien que lo hace porque quiere estar conmigo, y lo de las 2 camas no se lo creo, ese cabrón lo que quiere es que me descuide para propinarme una buena inyección de carne.

Así que me lo pienso mucho, él me hace saber que si prefiero irme no hay ningún problema.
¡Puta madre una vez más! Termino por aceptar.

Me estoy bañando y mientras tanto, él hace el desayuno. ¡Pero que baño tan impecable! Es impresionante la limpieza que le imprime este sujeto a su casa. Wow. Termino de ducharme, me visto y salgo rápido para dirigirme a la cocina, el olor a huevos con tocino le llama a mi pobre y hambriento estomago, lo único que le he propinado al pobrecillo en las últimas horas han sido solo duros golpes de alcohol (seguramente adulterado) y anorexia de la buena porque no he tragado nada.

Me siento a desayunar y me lo jambo todo, ¡Todo de un jalón! Billy es más tranquilo para comer, es delicado con la comida, la secciona de manera casi perfecta con los cubiertos, al contrario de mí, que yo la tomaba con el pan y me la llevaba así a la bocota. Jejeje, mis cubiertos terminaron impecables, no los use.

Le agradezco por el desayuno, fue una exquisitez total, un desayuno de reyes, aunque bien podría haberme ocurrido lo que le pasa a cualquier crudo hambreado cuando se lleva a la boca una “Muertorta” de Acoxpa. Las “muertortas” combinadas con la peda son el alimento más fino de la Tierra, si no me creen, pregúntenle a cualquier borracho. Bueno, al caso, ya me siento mucho mejor.

Billy se limpia las manos y echa un largo suspiro, mira hacia el exterior por la ventana, sus ojos están fijos en no se qué, parece que quiere decirme algo y no lo puede externar tan fácilmente, eso me pone un poco nervioso. Finalmente parece decidirse y me dice: -Me da mucho gusto que hayas aceptado pasar a mi casa y acompañarme, todo esto lo he hecho solo para hacerte sentir bien-.

Me he quedado frío con sus palabras, pues, se oyen……se oyen muy honestas y profundas. ¡Que clase de cumplido! Me siento muy alagado. De verdad que sí. De alguna forma me pongo en su lugar, sé muy bien que yo haría lo mismo por esa persona tan especial. Todas y cada una de esas cosas las haría por ella. El silencio rodea nuestras existencias y el cálido sol del domingo por la mañana atraviesa el cristal de las ventanas. Ya se respira en el ambiente la pesadumbre de nuestra tristeza. Él sabe que nunca me fijaré en él, y yo, yo sé que ella nunca se fijará en mi.



jueves, 19 de marzo de 2009

Debajo de los tilos.

Unter den Linden, Berlín.
Debajo de los tilos.

Camino debajo de los tilos, comienza a llover, la lluvia moja todo, moja mi corazón, moja mi boca, moja mis recuerdos, esos que has impregnado, los que has embriagado día con día. La lluvia me sigue mojando, esta misma lluvia que te ha mojado justo debajo de estos tilos, lo sé porque quedó aqui grabada tu agraciada silueta, porque aun se percibe tu aroma, porque aun se escucha el eco de tu voz.

Camino debajo de los tilos, justo a tu lado en el espacio, aunque en el tiempo...lejano.

sábado, 14 de marzo de 2009

10 20 Saturday Night


Eddie Vedder. Fotografía: Charles Peterson.


Kurt Cobain. Foto de Charles Peterson.



Sonic Youth. Fotografía de Charles Peterson.





10 20. Saturday night.

Piedrosos en el baño; marihuanos en el cuarto de Edgardo.

Nunca supe por qué Edgardo vivía solo, nunca entendí por qué no tenía muebles, pero si una enorme camioneta; por qué no me podía ofrecer un vaso de agua que no fuera de la llave, por qué en su cocina no había azúcar, pero cómo es que en su casa había tantas drogas. ¿Cómo le hacía para desayunar solamente un New mix y una piedra? ¿Quién lo va a saber? Los “stoners” son así.

Una habitación bastante desordenada. Paredes rayadas, posters y fotografías de fanzines. Un libro arrumbado me impresionó: “Screaming life”. Lo tomé. Comencé a hojearlo. Edgardo y yo teníamos una charla sobre las fotos de Charles Peterson. Qué trabajo tan más impresionante, hojas de contacto, fotografías tan entrañables de nuestros héroes. Después de todo teníamos más cosas en común, no solo eran esos estúpidos días de drogas y desencanto que llegaron cuando lo conocí.

“El Ganso” discutía con Oliver sobre la demagogia y los principios éticos del punk, ideas y tonterías de un pobre diablo, cuando se es joven, se cree que será fácil llegar lejos. Yo sentía una enorme incertidumbre porque no podía determinar exactamente que nos depararía. “El Ganso” cada vez más agresivo, me regalo el “Trompe Le monde” en un gesto efímero de bondad, (15 minutos después me lo quitó de las manos). ¡Mierda! Me cagaba esa actitud.

Nadie se soportaba entre si. La tensión en el grupo era bastante y, de la nada, las bocinas de la grabadora comenzaron a emitir las ondas que nuestros oídos captaron como “Three imaginary boys”. Guardamos silencio. Toda la mierda quedó atrás. Era la primera vez que escuchaba esa canción. Me maravilló.

No podía entenderlo. La voz de Robert Smith, las luces verdes, los recortes de periódico que adornan los fanzines, los piedrosos paranoicos en el baño enchuecándose la boca, todos en ese momento compartimos algo que no puedo explicar hasta estos días: La desilusión de estar sumidos en ese infierno.

20/10/07 Una vez más, esa mujer ha rechazado mi invitación. Al final, el Ruso aceptó venir conmigo. Llegamos 1 canción tarde. Robert Smith rasga las cuerdas de su guitarra y los oídos de miles captan las notas de “Three imaginary boys”. Un conjunto de luces verdes me alumbran el rostro al igual que esa noche en casa de Edgardo, un extraño sentimiento me asalta y mi memoria reconstruye aquella vieja escena: los fanzines, la paranoia, la desilusión, el saber que entre nosotros ya no nos soportábamos y no saber exactamente que era lo que nos mantenía unidos.

Con frecuencia, suelo hundir los pies en la mierda, olerla, pero no suelo mezclarme entre ella y perecer. Logré salir de todo ese pútrido ambiente. Aunque al final, siempre me quedó ese sentimiento de alienación.

La tersa voz de Robert Smith me lleva muy lejos.

¿Qué habrá sido de todos ellos?







miércoles, 11 de marzo de 2009

The only moment we were alone...

“The only moment we were alone” es una canción muy entrañable. ¿¿No?? Es un momento efímero y a la vez un momento eterno. Un instante que impregna las costuras de las que esta hecho el espacio para mantenerlo con ese aroma de exquisitez y sorpresa.

Dos horas es mucho tiempo y es poco. Depende por donde lo vean. Para algunos dos horas es un pellizco. Para mi es algo diferente. Dos horas estuvo ella frente a mi. En mi cabeza todo ese instante está guardado como si fuera una película.

Todos saben que para hacer una película se necesitan mínimo 24 fotografías para tener un segundo de película. Si traducimos esas dos horas de película al total de fotos, tengo aproximadamente 172800 fotografías suyas en mi cabeza. Ahora, si imprimiera esas fotos en un formato de 8” x 10” obtendría una superficie de 8640 metros cuadrados más o menos. Con todas esas fotos podría forrar la cancha de cualquier estadio. O, con todo el papel que utilicé para las fotografías podría escribir 691 libros de 500 paginas cada uno. Para hacer esos 691 libros tuve que sacrificar más o menos 72 árboles. 4 árboles se necesitan para que 1 ser humano respire oxígeno de manera decente.

Después de todo, 2 horas de haber estado con ella no son tan insignificantes.

“The only moment we were alone”……………………….me gustaría llegar al embrollo de todo y detener el universo entero justo en ese instante. Por el momento solo puedo conformarme con escuchar la canción que lleva ese titulo, e imaginar el único instante en que ella y yo estuvimos solos, sobre este pasto, justo ella en frente de mí.

Ryan McGinley Pictures, Images and Photos

Aunque esta fotografía de Ryan McGinley, no se llama así, "The only moment we were alone" podría ser su título, y podría imaginar el único instante en que ella y yo estuvimos solos, sobre este pasto, justo ella en frente de mí.

domingo, 8 de marzo de 2009

Aquella Noche.

Aquella noche llevabas tu chamarra de Alfonso Zayas, esa que tanto me gusta como se te ve. Tu pelo suelto crespo reflejaba la luz de la luna, y las estrellas repetían en voz alta mis pensamientos: Eres la mujer más bella que ha pisado la Tierra. Sonreías y me tomabas de la mano. Hablabas sobre cosas que ni tu entendías, pero tus maneras me robaban el aliento y me hacían sudar por encima de los labios. Me acariciabas las mejillas mientras me llevaba a la boca una botella de whisky barato. Decías que los besos con sabor a alcohol te volvían loca. Después reías. Tu risa siempre me ha provocado una rara atracción. Tienes la risa más fea que he escuchado en mi vida. Una risa grave, como de tontuela. Pero es algo que me llena de satisfacción, escucharte reír, escucharte reír mientras estas ebria. De un momento a otro, tus ojos se iban dilatando. No dejabas de mirarme. Tu piel se veía tan pálida y tu boca carmín brillante.

Ya era inevitable lo que ocurriría.

Sentí tus labios húmedos. ¡¡¡También te suda la parte entre los labios y la nariz!!! Temblabas mientras te apretaba fuerte contra mi, sentía tus brazos trémulos a través de tu chamarra de Alfonso Zayas. Me puse duro, muy duro, tú me sentías y gemías tiernamente mientras tus manos rodeaban mi cintura. Mi corazón latía muy rápido. Sentía mis pómulos ardientes. Se prolongó todo demasiado tiempo, no se cuanto duro exactamente nuestro beso.

Terminó.

No dejaba de abrazarte, de restregar mi rostro sobre tu cabello negro. En ese momento solo dije: “Te amo”, “Lo sé” me dijiste. No volvimos a decir algo en toda la noche.

Las palabras ya sobraban.

jueves, 5 de marzo de 2009

Un ebrio me salvó la vida!

¡Qué noche tan culera! El frio está que arde y yo no traigo mi sueter de mil dolares. Solo traigo una chafa playera que no me cubre nada. No alcancé el camión y voy caminando sintiendo el aire mierdero de invierno que hace que se me duerma la nariz y la frente. ¡Que extraña sensación! Me toco la cara y no la siento. Podría tatuarme en este momento cosas obscenas en la cara y no me dolería. Ya vengo pensando en tonterías de nuevo. Mejor le subo al volumen de mis audífonos “Cigarette in your bed” de My Bloody Valentine. Pienso en esa bacha que traigo en el bolsillo. Se me ha antojado darle mate, quizá así ya no sienta tanto el frío y se me haga más ameno el camino de regreso a casa. Froto mis manos contra mi libro de poemas de Bukowski a ver si se me calientan los dedos. ¡Está de la mierda!

Sigo caminando un largo rato.

Solo eso me faltaba, unos polis me detienen. Siempre que me atoran los tiras, en mi cabeza se reproduce de manera automática la canción de “Los Antisociales”, esa que dice: “Puto policía, reprimes al obrero, al campesino y al estudiantado”. ¿Por qué madres cuando camino a esta misma hora en Coyoacán o La Condesa ni me pelan? Aaaaahhhh, pero cuando caminas en la Reynosa solo, a los ojos de cualquiera eres un miserable delincuente en potencia, el más ruin de todos. Me pasan báscula ratera de manera amable mientras me interrogan.

-¿Qué anda haciendo por aquí joven?-.
-Vengo de ver a una amiga-.
-¿Su pollita?-.
-Nel, solo amiga-.
-¿A qué se dedica joven?-
-Estudio en la universidad-.

En eso la mano del poli se encuentra con algo en mi bolsillo, lo expone a la luz y se percata de lo que es después de inspeccionarlo. ¡¡Coñazo!! Si me lo hubiese fumado hace unos instantes no estaría en esta situación.

-Nos va a tener que acompañar al MP-.
-Écheme la mano-, le digo con una cara de niño bueno que en definitiva no quiere volver a pasar una noche en los separos del MP a lado de puñeteros teporochos que roncan como matracas descompuestas toda la noche y mucho menos quiero soportar el olor a meados de ese lugar infernal. Tengo que ser amable con estos cerdos. Las veces que me he puesto loco me han cargado, siempre. Esta vez debo fingir demencia y bondad.

-No se puede joven, súbase a la unidad-.

Me hago del rogar y no me subo, al mismo tiempo les ruego que no me lleven, y empiezo a justificar de mil maneras como llegó esa mierda a los bolsillos de mis jins. No voy a llegar a nada, no traigo dinero y mi linda cara no me va a sacar de esta. Ya valió madre. Iré a dar a los separos, y algún amigo mío tendrá que pagar una multa para que me dejen salir y no me metan al bote. Me han pillado. Los polis no dejan de sermonearme y de pedirme que me suba a la unidad. Saben que no soy un delincuente caguengue, solo un desafortunado güey que llevaba “chubidubi” en los putos bolsillos en ese momento.

-Joven, ya súbase a la unidad porfavor, no nos haga perder nuestro tiempo, si hubiera dejado “eso” en casa de su amiga, nada de esto le hubiera pasado-.

Me percato después que uno de ellos tiene mi libro de Bukowski. ¿Cómo llegó a sus manos? No lo sé. Pero comienza a observar la portada del libro. Parece ser que le ha llamado la atención. ¿A quién no? Un Bukowski ebrio sosteniendo su cerveza y abrazando por la cintura a una prostituta horrible y maquillada hasta la madre. De pronto lo comienza a hojear. ¿Qué mierdas va a encontrar ahí? Pensé. No iba a encontrar más mota aquel hijoputa. Repentinamente se detiene y comienza a leer “A la puta que se llevó mis poemas”.
-Ese es mi favorito-, le digo, pero no me pela, me ignora totalmente y se sumerge en las líneas.

Sonríe.

Por inaudito que parezca, cierra el libro y me lo devuelve. Le dice a su pareja que es hora de retirarse. Le doy las gracias y me largo. -Buenas noches, son muy amables-, les digo.

Por supuesto se quedaron con mi bachita.

Al parecer ha sido el ingenio de ese gran escritor ebrio el que me ha salvado la polla esta noche, yo creo que aquel poema le llegó al poli. Definitivamente si. A todos nos toca el corazón ese poema.

O mejor dicho, el poli sintió lástima por mi y me dejo llegar a casa.



A la puta que se llevó mis poemas



***************


Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡Por Dios!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero? Usualmente
lo sacan de los dormidos y borrachos pantalones enfermos en el
rincón
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete
de cincuenta,
pero mis poemas no.

No soy Shakespeare
pero puede que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros;
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
"veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía"

Charles Bukowski

domingo, 1 de marzo de 2009

Porno


Mis cuates y yo no gozamos de una buena economía por estas fechas. Nuestras pretensiones artísticas demandan un empleo urgente. Nos cae un empleo. Mmmmm, regular. Salvaguardar el orden en los conciertos del Zocalo. Esos conciertos masivos que se atascan de gente, tocan puro artistas populacheros. $10.00 la hora. ¡Un sueldo indignante! Aun asi, trabajamos, necesitamos el dinero. El primer evento a cubrir: Techno Geist 2000. Guau. Ojalá la gente siempre se comportará como en este evento. Todo es amor, baile, respeto. Algo indescriptible.


Después de todo, este empleo puede ser chingón, me pagan poco, pero me divierto mientras trabajo.

Pronto mi inocencia con respecto a esta idea, se desvanecería.

La noche es muy agradable. Es marzo. El clima es perfecto. Esta vez, nos toca proteger el culo de uno de los ladrantes más grandes del planeta (eso dice la gente), nada más y nada menos que…¡Manu Chao! Yo la verdad, ni lo conozco, solo he oído unas cuantas canciones de Mano Negra, pero a este solista, la neta no lo manejo. Nos hacen entrega de nuestras chaquetas y nos ubican. A mi como siempre me mandan a la barricada justo enfrente del escenario, soy el güey que tiene que sacar a las chicas cuando todo el mundo las aplasta y las deja sin aire, piden paz, y ahí es cuando entro yo, las saco de toda esa inmundicia como si fuera un ángel o algo así. ¡Una chaira mental todo el tiempo!

Ya que estoy ubicado en la barricada, comienzan a tocar los del Panteón Rococo. ¡Por dios! ¡Todo está temblando! Si esto sigue así, juro que el Zócalo se va a ir por un agujero hasta China. No va ni la tercera canción, y la gente vuela y cae en el pasillo de la barricada, y yo tengo que sacar a estos borrachosdrogosintolerantesdemierdamalolientes de buena manera. Supuestamente, tengo que poner el ejemplo, pero para estos momentos he recibido un centenar de ofensas, sin contar la decena de codazos que me han dado estos pobres diablos. Después de que terminan de tocar esos güeyes, viene lo peor para mi. ¡Sale Manu Chao! El rugido de la multitud hace estremecer la catedral que está detrás de todo este desmadre. El franchute comienza a tocar su guitarrita y a repetir una y otra vez: -¡Próxima estación: Esperanza!-. Si con el Panteón Rococo sufrí, ahora no me quedan palabras para describir esto. Van 15 minutos del concierto, y ya me cayeron 2 zapatos y un güey encima. Media hora transcurrida del concierto, y todas las canciones de este tipejo se parecen. Sus temas siempre empiezan igual, con un rasgadito de guitarrita, canta 2 3 mamadas de la mariguana, de los que menos tienen, y de pronto aumenta el beat poco a poco, para después llegar al climax. Y así…¡Todas las Canciones! Un verdadero asco este güey. Además no tocó ni una sola canción de Mano Negra. Al final del concierto, terminé odiando este rollo pacifistamariguanodemagógicochafa y a todo este público de mierda, que no hizo más que ofenderme y golpearme.

En lo que respecta a Manu Chao, considero que es el artista más Sobrevalorado del PLANETA. Solo le gana por una nariz a Enrique Bunbury. Jajajaja.

Termina el concierto y todo mundo se larga. Dejan basura y la plancha del Zócalo hecha una piltrafa. Yo me voy al backstage y de la nada me cruzo con ese infeliz drogo de Manu Chao. Me sonríe y yo me sigo de largo. ¡Lo odio! La bola de gentuza se percata de que es él, y se arremolinan a su alrededor para sacarse fotos con él y pedirle su autógrafo. Y yo, solo pienso: -¿Qué acaso nadie escuchó este concierto? ¡Es el colmo del facilismo musical! ¡Un cliché! ¡Una Mierda!-. Pues no, al parecer nadie se percató de eso, y media hora después Manu Chao se mete con su motita a su camerino. Yo lo único que quiero es que me paguen para largarme de aquí. Estoy decepcionado, una semana antes había gozado a lo grande el Techno Geist, y esta noche estoy deseando sacar una daga y decirle a Manu Mierda Chao: -Guárdame este fierrito-.

Encuentro a mis amigos en el backstage, me dan la gran noticia de que ya están pagando. Ellos, al igual que yo, desean largarse de este lugar coño. El momento ha llegado. Nos pagan, arrojamos la chaqueta al piso, y le decimos “Adios” al tonto de Grazziani, ¡Qué se joda con su empleo chairo!

Ya cerraron el metro, los pies nos duelen hasta el pito, y pensamos abordar un taxi, el gran problema es que el Taxi aborde a 5 jóvenes flacos y feos. Todos los taxistas se niegan. Llegamos caminando a la calzada de Tacuba, justo detrás de la Alameda, y un grupo de 4 chicas está intentando subir a un taxi, igual que nosotros. Por alguna extraña razón, los taxis se van y no las trepan. ¡Qué raro! Son 4 chicas. Mmmm. Las chicas nos voltean a ver. Nos piden ayuda. Nos dicen que si les ayudamos a parar un taxi (¿?). ¿Acaso son ciegas? ¡No se han dado cuenta que a nosotros tampoco nos hacen la parada! Pasa el tiempo, todos nos hemos presentado, ya todo mundo se habla como si nada, son unas chicas agradables y de buen sentido del humor, de aspecto aguerridas. Obviamente, ningún taxi se ha detenido. Nos han pedido que las ayudemos a buscar un hotel, ya que ellas viven hasta Ecatepec. ¡Están jodidas! Un taxi de aquí hasta Ecatepunk, a la 1 am, cobraría unos 1000 dolares. Lo mejor, sin lugar a dudas, es buscar un hotel por esta zona. Eso resultaría muy sencillo, ya que detrás del Metro Hidalgo, está atascado de hoteluchos horrendos. Buscamos y buscamos y buscamos y buscamos y buscamos, y al fin, encontramos uno baratón, justo a lado del panteón donde descansan los restos de Benito Juarez. El hotel Managua, justo a un lado de San Fernando.

Para estas alturas, aunque parezca increible, las chicas nos han invitado a acompañarlas a descansar, así que entre todos, alquilamos 2 habitaciones con 2 camas matrimoniales. Fue muy fácil convencernos, los precios del hotel son bastantes razonables; pero fue aun más fácil cuando nos presentaron un argumento contundente: ellas disparaban el alcohol. La fiesta seguiría. Mis amigos tenían brillo en los ojos. La saliva caliente les escurría de la boca. Estas cosas no ocurren a diario. Unas chicas se los han ligado y esta es su gran noche. Solo Nestor y yo tenemos novia, los demás, están muy contentos.

Pasamos al hotel con las bolsas repletas de Viña real bien fria, vasos desechables, y botanas de a montón. Estamos instalados todos en una habitación, bebiendo, hablando sobre la huelga de la UNAM, exaltados, la TV prendida, programas chafas y baratos, las chicas estudian filosofía, nosotros…la prepa, se sienten guerrilleras, nosotros músicos, cambios de canal en la TV, se detiene de pronto en el canal porno, se hace un silencio, las chicas se asombran al mirar el pene de un negro, nosotros también…¡Esa madre es enorme! ¿Cómo puede ser? Un nuevo debate se abre, nosotros dudamos que sea natural, esa cosa es operada, ellas no saben que decir. De la nada, empiezan a gemir como la chica de la TV, nos quedamos un poco asombrados. Ellas solo comienzan a reirse. La mera verdad, estas chicas son un poco raras. Bastante desinhibidas.

-Vamos a coger-. Dice una de ellas, la más guapa.

Mi amigo, el más urgido, el virgén, el que nunca ha tenido chica; no deja pasar un segundo y dice apresurado.

-Ps va, ¡Ponte!-.

A todos nos causa mucha gracia. La charla sobre la huelga de la UNAM sigue, pero noto que chicos y chicas cada vez están más cerca. Todos recostados en las camas, Hugo masajeando a una, las piernas de una encima de las piernas del Chito, Nestor y una chica jugueteando como niños bobos, y el Daga…¿Dónde esté el Daga? Desapareció, se fue a la otra habitación con una de las chicas. Minutos después Nestor hace lo mismo con una chica. ¡Joder! El Chito decide que es hora de irse a su casa, dice que su mamá lo va a regañar. Así que lo acompaño a la Calzada de Tacuba, toma un taxi y se larga. Son las 5 am. Bostezo. Me subo a dormir. Entró a la habitación y Hugo le sigue dando masaje a la chica en una cama, y la otra está roncando sobre la otra. ¡Puta madre! Lo único que quiero es descansar. Así que me recuesto a lado de la roncona. Al poco rato, Hugo apaga la luz. No puedo dormir, si hay algo que me irrita, son los ronquidos, y esta parece una locomotora descompuesta, un estadio rugiendo. Y para acabarla de joder, ahora el Hugo y su amiguita están retozando en la cama de a lado. Bajo estas circunstancias, difícilmente voy a dormir.

Todo esto está ocurriendo, es como una película porno, donde de la nada, la gente empieza a coger. Yo pensaba que en la vida real no existían estas cosas, me refiero a que, todos mis cuates la están pasando chévere. Esto es increíble, si, insisto, es como una porno, hace unas horas me estaba recetando al choro de Manu Mierda Chau, y ahora me receto los gemidos y los ronquidos de un par de desconocidas. Si esas películas existen, es porque quizá estén basadas en la realidad. La ficción con frecuencia llega a alcanzar a la realidad, y todo el mundo onírico y ficticio, se vuelve algo tangible. Pienso en esas cosas y al mismo tiempo pienso en mi amada Estefanía. ¿Dónde está? En este momento deseo con todas mis fuerzas que esté a mi lado. Solo quiero que me abrace mientras me duermo. Quiero olvidar toda la situación que me ha hecho llegar hasta aquí, quiero llorar y que ella ayude a sanar mis heridas. Quiero decirle que dejaré a un lado mis sueños, que no pienso comprarme mi guitarra eléctrica, quiero ser un tipo normal. Un tipo al que sus padres lo miren y se sientan orgullosos. Quiero dejar todo esto atrás. Solo quiero descansar.

Abro los ojos y el reloj marca las 8 am, a través del sucio cristal, entra un poco de luz. Los ronquidos ya no se escuchan. Todo es tan tranquilo en este momento. El silencio es demasiado acogedor.

A las 9 am. Todos nos encontramos en la puerta del metro Hidalgo, ya no existe el silencio acogedor. Nos despedimos de las chicas, cada quien por donde vino. La semana que entra es el concierto de Café Tacuba y supuestamente las veremos ahí. Sabemos que eso no será asi, pero esas mentiras no se pueden evitar, quizá porque es complicado disimular que, ni ellas nos interesan y nosotros a ellas tampoco. Todo lo acontecido, quedará entre las sabanas de aquel viejo hotel, y por supuesto, en la memoria.

Nos dirigimos a casa. No paramos de reír, de discutir las mismas tonterías de siempre, y por supuesto, no dejamos de recalcar lo malo que fue el concierto de Manu Chao. En la imaginación, se me presentan una serie de acontecimientos, sangrientos todos ellos, depravados: En un avión vuelan “Los Fabulosos Cadillacs”, en otro avión, “Los auténticos decadentes”, chocan los dos aviones, los restos del desastre caen justo encima de un numeroso público que se esta recetando un concierto de “Los Pericos”, se incendian todos, obviamente, “Los pericos” también se queman en el escenario, todos mueren en el backstage, y curiosamente…Manu Chao estaba de artista invitado sorpresa en ese concierto, también se muere.

Y así, en mi mente, después de una noche porno, el mundo de las huelgas, de los salarios miserables, de los pacifistas intolerantes, de los soñadores ingenuos, de las mujeres fogosas; todo ese mundo que se encuentra encima de esta pinchurrienta estación de metro, logra ser un mundo mejor.