De pronto, te convertiste en el primer segundo de mis días, lo primero que ocurre en mi mente.
Llegaste sin avisar, las cosas buenas siempre llegan así. Abrí la puerta de mi mente, estabas de pie, cargabas unas revistas y un Ipod repleto de tu música rara, con un montón de cancioncitas “buena ondita”. Entraste sin avisar, sin que alguien te invitara a pasar. No me pareció mala idea que lo hicieras, aunque en ese momento, este lugar estaba bastante desordenado y mal oliente. Solo sonreíste en esa dulce forma con que sueles hacerlo y me doblegué. Te alcancé una silla vieja y te miré muy raro por largo tiempo, comenzamos a charlar. Inmediatamente, mis oídos fueron tuyos, te escuchaba con suma atención, me pareció fascinante escuchar la historia de tus pasos, quería saber cada vez más sobre tu incógnito pasado. Quería despojarte del obscuro velo que te cubría, y empezar a revelar, uno a uno, todos los misterios que conjugan tu personalidad. ¡Misteriosa! Me resultaste tan atractiva. ¡Desconocida! Pronto dejaste de serlo.
Los días pasaron y no te marchabas de mi mente. De la nada te convertiste en la dueña de este espacio. Reorganizaste todo, lo decoraste a tu gusto, pusiste esas horribles cortinas chillentas amarillo huevo ¡Ese color que tanto detesto! Llenaste de todas esas chucherías tuyas cada rincón, e impregnaste con tu olorcito todo lo que había aquí antes de tu llegada. No me importó. Me empezó a agradar escuchar el sonido que hacías con tus sandalias por todos lados, y me agradó aun más que no dejabas de silbar esa mentada cancioncita que terminó por gustarme…”The last good day of the year” ¡Wow! Esas trompetitas resonaban una y otra vez por todos lados, aquí y allá. Tu música se convirtió en algo cotidiano, así como tu voz y tu risa, y todos los cabellos que ibas dejando en el piso de este iluminado hogar, tu hogar.
Me agrado que renovaras este espacio, en el cual albergo infinidad de cosas que me encantaría mostrarte. Ahora no estoy dispuesto a dejarte ir, me gustaría que siguieras impregnando toda mi cabeza con tu aroma. Me gustaría que impregnaras todo mi cuerpo en la realidad, con tu encantadora piel. Ni siquiera sabes que te has instalado en mi mente, no sabes que tienes dotes de decoradora, y mucho menos, sabes que tienes dotes de escritora, pues ya has escrito algunas palabras en mi memoria poética.
PD. Ahora, sabes que te has instalado en mi mente. Espero que esta vez, sepas que este texto es para ti. Siempre lo fue.
There's something there...
ResponderEliminar(amongst the fallen fruit and flowers)
Won't rest
(only minutes, only hours)
Unless
(now the morning breaks in showers)
I guess
We'll remember this all of our lives