Después de todo, este empleo puede ser chingón, me pagan poco, pero me divierto mientras trabajo.
Pronto mi inocencia con respecto a esta idea, se desvanecería.
La noche es muy agradable. Es marzo. El clima es perfecto. Esta vez, nos toca proteger el culo de uno de los ladrantes más grandes del planeta (eso dice la gente), nada más y nada menos que…¡Manu Chao! Yo la verdad, ni lo conozco, solo he oído unas cuantas canciones de Mano Negra, pero a este solista, la neta no lo manejo. Nos hacen entrega de nuestras chaquetas y nos ubican. A mi como siempre me mandan a la barricada justo enfrente del escenario, soy el güey que tiene que sacar a las chicas cuando todo el mundo las aplasta y las deja sin aire, piden paz, y ahí es cuando entro yo, las saco de toda esa inmundicia como si fuera un ángel o algo así. ¡Una chaira mental todo el tiempo!
Ya que estoy ubicado en la barricada, comienzan a tocar los del Panteón Rococo. ¡Por dios! ¡Todo está temblando! Si esto sigue así, juro que el Zócalo se va a ir por un agujero hasta China. No va ni la tercera canción, y la gente vuela y cae en el pasillo de la barricada, y yo tengo que sacar a estos borrachosdrogosintolerantesdemierdamalolientes de buena manera. Supuestamente, tengo que poner el ejemplo, pero para estos momentos he recibido un centenar de ofensas, sin contar la decena de codazos que me han dado estos pobres diablos. Después de que terminan de tocar esos güeyes, viene lo peor para mi. ¡Sale Manu Chao! El rugido de la multitud hace estremecer la catedral que está detrás de todo este desmadre. El franchute comienza a tocar su guitarrita y a repetir una y otra vez: -¡Próxima estación: Esperanza!-. Si con el Panteón Rococo sufrí, ahora no me quedan palabras para describir esto. Van 15 minutos del concierto, y ya me cayeron 2 zapatos y un güey encima. Media hora transcurrida del concierto, y todas las canciones de este tipejo se parecen. Sus temas siempre empiezan igual, con un rasgadito de guitarrita, canta 2 3 mamadas de la mariguana, de los que menos tienen, y de pronto aumenta el beat poco a poco, para después llegar al climax. Y así…¡Todas las Canciones! Un verdadero asco este güey. Además no tocó ni una sola canción de Mano Negra. Al final del concierto, terminé odiando este rollo pacifistamariguanodemagógicochafa y a todo este público de mierda, que no hizo más que ofenderme y golpearme.
En lo que respecta a Manu Chao, considero que es el artista más Sobrevalorado del PLANETA. Solo le gana por una nariz a Enrique Bunbury. Jajajaja.
Termina el concierto y todo mundo se larga. Dejan basura y la plancha del Zócalo hecha una piltrafa. Yo me voy al backstage y de la nada me cruzo con ese infeliz drogo de Manu Chao. Me sonríe y yo me sigo de largo. ¡Lo odio! La bola de gentuza se percata de que es él, y se arremolinan a su alrededor para sacarse fotos con él y pedirle su autógrafo. Y yo, solo pienso: -¿Qué acaso nadie escuchó este concierto? ¡Es el colmo del facilismo musical! ¡Un cliché! ¡Una Mierda!-. Pues no, al parecer nadie se percató de eso, y media hora después Manu Chao se mete con su motita a su camerino. Yo lo único que quiero es que me paguen para largarme de aquí. Estoy decepcionado, una semana antes había gozado a lo grande el Techno Geist, y esta noche estoy deseando sacar una daga y decirle a Manu Mierda Chao: -Guárdame este fierrito-.
Encuentro a mis amigos en el backstage, me dan la gran noticia de que ya están pagando. Ellos, al igual que yo, desean largarse de este lugar coño. El momento ha llegado. Nos pagan, arrojamos la chaqueta al piso, y le decimos “Adios” al tonto de Grazziani, ¡Qué se joda con su empleo chairo!
Ya cerraron el metro, los pies nos duelen hasta el pito, y pensamos abordar un taxi, el gran problema es que el Taxi aborde a 5 jóvenes flacos y feos. Todos los taxistas se niegan. Llegamos caminando a la calzada de Tacuba, justo detrás de la Alameda, y un grupo de 4 chicas está intentando subir a un taxi, igual que nosotros. Por alguna extraña razón, los taxis se van y no las trepan. ¡Qué raro! Son 4 chicas. Mmmm. Las chicas nos voltean a ver. Nos piden ayuda. Nos dicen que si les ayudamos a parar un taxi (¿?). ¿Acaso son ciegas? ¡No se han dado cuenta que a nosotros tampoco nos hacen la parada! Pasa el tiempo, todos nos hemos presentado, ya todo mundo se habla como si nada, son unas chicas agradables y de buen sentido del humor, de aspecto aguerridas. Obviamente, ningún taxi se ha detenido. Nos han pedido que las ayudemos a buscar un hotel, ya que ellas viven hasta Ecatepec. ¡Están jodidas! Un taxi de aquí hasta Ecatepunk, a la 1 am, cobraría unos 1000 dolares. Lo mejor, sin lugar a dudas, es buscar un hotel por esta zona. Eso resultaría muy sencillo, ya que detrás del Metro Hidalgo, está atascado de hoteluchos horrendos. Buscamos y buscamos y buscamos y buscamos y buscamos, y al fin, encontramos uno baratón, justo a lado del panteón donde descansan los restos de Benito Juarez. El hotel Managua, justo a un lado de San Fernando.
Para estas alturas, aunque parezca increible, las chicas nos han invitado a acompañarlas a descansar, así que entre todos, alquilamos 2 habitaciones con 2 camas matrimoniales. Fue muy fácil convencernos, los precios del hotel son bastantes razonables; pero fue aun más fácil cuando nos presentaron un argumento contundente: ellas disparaban el alcohol. La fiesta seguiría. Mis amigos tenían brillo en los ojos. La saliva caliente les escurría de la boca. Estas cosas no ocurren a diario. Unas chicas se los han ligado y esta es su gran noche. Solo Nestor y yo tenemos novia, los demás, están muy contentos.
Pasamos al hotel con las bolsas repletas de Viña real bien fria, vasos desechables, y botanas de a montón. Estamos instalados todos en una habitación, bebiendo, hablando sobre la huelga de la UNAM, exaltados, la TV prendida, programas chafas y baratos, las chicas estudian filosofía, nosotros…la prepa, se sienten guerrilleras, nosotros músicos, cambios de canal en la TV, se detiene de pronto en el canal porno, se hace un silencio, las chicas se asombran al mirar el pene de un negro, nosotros también…¡Esa madre es enorme! ¿Cómo puede ser? Un nuevo debate se abre, nosotros dudamos que sea natural, esa cosa es operada, ellas no saben que decir. De la nada, empiezan a gemir como la chica de la TV, nos quedamos un poco asombrados. Ellas solo comienzan a reirse. La mera verdad, estas chicas son un poco raras. Bastante desinhibidas.
-Vamos a coger-. Dice una de ellas, la más guapa.
Mi amigo, el más urgido, el virgén, el que nunca ha tenido chica; no deja pasar un segundo y dice apresurado.
-Ps va, ¡Ponte!-.
A todos nos causa mucha gracia. La charla sobre la huelga de la UNAM sigue, pero noto que chicos y chicas cada vez están más cerca. Todos recostados en las camas, Hugo masajeando a una, las piernas de una encima de las piernas del Chito, Nestor y una chica jugueteando como niños bobos, y el Daga…¿Dónde esté el Daga? Desapareció, se fue a la otra habitación con una de las chicas. Minutos después Nestor hace lo mismo con una chica. ¡Joder! El Chito decide que es hora de irse a su casa, dice que su mamá lo va a regañar. Así que lo acompaño a la Calzada de Tacuba, toma un taxi y se larga. Son las 5 am. Bostezo. Me subo a dormir. Entró a la habitación y Hugo le sigue dando masaje a la chica en una cama, y la otra está roncando sobre la otra. ¡Puta madre! Lo único que quiero es descansar. Así que me recuesto a lado de la roncona. Al poco rato, Hugo apaga la luz. No puedo dormir, si hay algo que me irrita, son los ronquidos, y esta parece una locomotora descompuesta, un estadio rugiendo. Y para acabarla de joder, ahora el Hugo y su amiguita están retozando en la cama de a lado. Bajo estas circunstancias, difícilmente voy a dormir.
Todo esto está ocurriendo, es como una película porno, donde de la nada, la gente empieza a coger. Yo pensaba que en la vida real no existían estas cosas, me refiero a que, todos mis cuates la están pasando chévere. Esto es increíble, si, insisto, es como una porno, hace unas horas me estaba recetando al choro de Manu Mierda Chau, y ahora me receto los gemidos y los ronquidos de un par de desconocidas. Si esas películas existen, es porque quizá estén basadas en la realidad. La ficción con frecuencia llega a alcanzar a la realidad, y todo el mundo onírico y ficticio, se vuelve algo tangible. Pienso en esas cosas y al mismo tiempo pienso en mi amada Estefanía. ¿Dónde está? En este momento deseo con todas mis fuerzas que esté a mi lado. Solo quiero que me abrace mientras me duermo. Quiero olvidar toda la situación que me ha hecho llegar hasta aquí, quiero llorar y que ella ayude a sanar mis heridas. Quiero decirle que dejaré a un lado mis sueños, que no pienso comprarme mi guitarra eléctrica, quiero ser un tipo normal. Un tipo al que sus padres lo miren y se sientan orgullosos. Quiero dejar todo esto atrás. Solo quiero descansar.
Abro los ojos y el reloj marca las 8 am, a través del sucio cristal, entra un poco de luz. Los ronquidos ya no se escuchan. Todo es tan tranquilo en este momento. El silencio es demasiado acogedor.
A las 9 am. Todos nos encontramos en la puerta del metro Hidalgo, ya no existe el silencio acogedor. Nos despedimos de las chicas, cada quien por donde vino. La semana que entra es el concierto de Café Tacuba y supuestamente las veremos ahí. Sabemos que eso no será asi, pero esas mentiras no se pueden evitar, quizá porque es complicado disimular que, ni ellas nos interesan y nosotros a ellas tampoco. Todo lo acontecido, quedará entre las sabanas de aquel viejo hotel, y por supuesto, en la memoria.
Nos dirigimos a casa. No paramos de reír, de discutir las mismas tonterías de siempre, y por supuesto, no dejamos de recalcar lo malo que fue el concierto de Manu Chao. En la imaginación, se me presentan una serie de acontecimientos, sangrientos todos ellos, depravados: En un avión vuelan “Los Fabulosos Cadillacs”, en otro avión, “Los auténticos decadentes”, chocan los dos aviones, los restos del desastre caen justo encima de un numeroso público que se esta recetando un concierto de “Los Pericos”, se incendian todos, obviamente, “Los pericos” también se queman en el escenario, todos mueren en el backstage, y curiosamente…Manu Chao estaba de artista invitado sorpresa en ese concierto, también se muere.
Y así, en mi mente, después de una noche porno, el mundo de las huelgas, de los salarios miserables, de los pacifistas intolerantes, de los soñadores ingenuos, de las mujeres fogosas; todo ese mundo que se encuentra encima de esta pinchurrienta estación de metro, logra ser un mundo mejor.